Descripción enviada por el equipo del proyecto. A 15 kilómetros aproximados, hacia carretera Austral desde Puerto Montt, camino a la montaña, la cordillera, se encuentra un hermoso lugar llamado Piedra Azul. El motivo de su nombre, como dicen los lugareños, se debió a una gran Piedra Azul a orillas del mar, de donde llegaban barcos y lanchas a buscar Alerce de la cordillera. El lugar tiene un carácter particular, las mareas se desprenden y bajan enormemente constituyéndose un lugar fecundo de recolección y a su paso un lugar fecundo para emplazamientos espontáneos de gente que vive del borde mar. El terreno en cuestión, se dispone a orillas de un escarpado barrando cubierto de un espeso renoval, desde el cual aparecen como un acto de magia soberbio, la cordillera de los Andes a través del mar interior del seno de Reloncaví orientado hacia el sur oriente.
El encargo de arquitectura se basó inicialmente en lograr con escasos recursos un espacio que acogiera una segunda vivienda, familiar y de agrado, sin importar en principio y como premisa las condiciones del lugar. Fue cuando una vez visitado el lugar, el entorno y el terreno descubrimos su encanto al interior de un pequeño renoval, el cual, veíamos sin importancia, pequeño y alejado del lugar inicial de la vivienda. Fue una vez al interior de este renoval, por lo demás nativo, que junto a los dueños, descubrimos su encanto y vocación, era ahí y no en otro punto en donde se debía emplazar esta pequeña vivienda. El lugar cobro fuerza y fue detonante para repasar el encargo.
Una vez entendido el lugar, se propuso un volumen lineal en la cota de la pendiente por entre y sobre los árboles, entendiendo en su emplazamiento un jardín existente no intervenido. En pocos metros, y aprovechando su linealidad e interioridad del bosque, la casa en su interior se propuso acristalada, ofreciendo de paso un recorrido desde el interior del bosque hasta el encuentro de las vistas lejanas, del mar y la cordillera.
El acceso fue entendido como un espacio público es por ello se manejo hermético y controlado a sus externalidades, dejando a la vivienda volcada en sí misma y a su entorno y vistas, desde el cual se accede por un pequeño puente de acceso que separa la vivienda de la pendiente. El volumen se propuso negro, para ocultarse, intimarse, y recoger el escaso calor que el sol entrega en invierno.
Su interior se manejo neutro dentro del tono de la madera, permitiendo resaltar el volumen interior de tejuela de Alerce y a su vez, traer a presencia la cercanía del bosque de Arrayanes. La escasa luz que ofrece la orientación sur, se controlo a través de un corredor de luz por sobre el corredor de la casa recuperando la Luz Oriente, Norte y desde la cocina y mirando hacia Puerto Montt, la luz poniente y el atardecer sobre los cerros y el mar, ofreciendo luz en la vivienda durante todo el día.
En una actitud publica y social de la vivienda, se privilegiaron los espacios comunes, el contacto con la naturaleza, es por eso se armó una terraza fogón mirador que se desprende de la casa, como un punto de control y de reunión dentro del terreno, pero distante en un punto estratégico.
Casa Akurzul como la llamaron sus dueños, el cual significa “ruca de Luz”, es construida íntegramente en madera de pino insigne, tratados en su exterior, todo su revestimiento interior es placa terciada de mueblería y su exterior completamente en planchas de Zinc pintadas, invitando a una optimización importante recursos de material, pero no con ello, su entono y encargo dejan de ser un espacio familiar y de agrado como alguna vez se soñó.